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OCIO

Podría definirse el ocio como el tiempo de recreación que un individuo puede organizar y utilizar de acuerdo a su propia voluntad. Esto no solo excluye las obligaciones laborales, sino también el tiempo invertido para la satisfacción de necesidades básicas como comer o dormir.

El uso más habitual del concepto está vinculado al descanso del trabajo. El ocio, por lo tanto, aparece fuera del horario laboral o en el periodo de vacaciones y es importante no confundirlo con la inactividad absoluta o con el aburrimiento; al respecto, la opción más sana consiste en aprovechar esas horas para satisfacer las necesidades intelectuales relacionadas con la vocación, o para el contacto con la naturaleza y la práctica de algún deporte.

Hay que tener en cuenta que una misma actividad puede ser considerada obligatoria para algunos y ociosa para otros. Por ejemplo, cocinar puede ser la tarea fundamental de un chef que trabaja como tal pero también, el placer de un amante del buen comer, que dedica su tiempo libre a crear y descubrir recetas. Cabe señalar que el carácter de obligatorio no indica que exista un mayor grado de conocimiento, habilidad o responsabilidad, dado que esto depende, en parte, de la pasión y del empeño de cada persona.

Históricamente, el ocio ha sido visto como un lujo de los aristócratas, dado que el resto del pueblo debía trabajar durante largas horas para asegurar su subsistencia. Con el tiempo, la vida de la clase media se ha vuelto menos dura; en la actualidad, la crisis no es suficiente razón para no disponer de horas y días libres, al menos para las personas solteras que solamente deben mantenerse a sí mismas.